
La fe no se negocia. La iglesia no se vende. Los púlpitos no deben ser plataformas para manipular al pueblo creyente ni para impulsar agendas políticas encubiertas. Lo que ha ocurrido con la convocatoria a la “caminata por la paz” del 16 de agosto, es una alerta grave para todos los hondureños que creen en Dios y respetan la labor espiritual de las iglesias. No es la iglesia el problema, es quien usa la iglesia como herramienta del bipartidismo corrupto que por décadas ha saqueado a este país.
El presidente de la Confraternidad Evangélica de Honduras, el pastor Gerardo Irías, dejó clara su inclinación, le pudo más lo cachureco que lo cristiano. Hablamos de un pastor que pertenece al Partido Nacional, y que ha violentado los principios básicos de la democracia interna de su propia organización religiosa al convocar sin consenso una movilización que ahora está claramente marcada por tintes políticos.
Tal como lo denunció el pastor Ángel Andrade, miembro de la misma comunidad evangélica, “El presidente de la Confraternidad Evangélica de Honduras no consultó a la junta directiva de la confraternidad evangélica, que es representativa. Al no consultarlo, no hubo consenso, tampoco en una asamblea. Tomó una determinación con la Iglesia Episcopal, con la Iglesia Católica de manera individual.”
Además, el mismo Andrade dejó en evidencia que la iglesia no debe ser escalera de ningún partido político, “La iglesia nunca debe ser escalera de ningún partido político.”
Las declaraciones de Andrade son contundentes. Y aunque se intentó disfrazar la marcha como una actividad para orar por Honduras, las señales son claras, la manipulación de la fe está en marcha, y es impulsada por quienes han sido parte del aparato político tradicional.
El pastor Andrade hizo mención que: “No necesitamos confrontación, necesitamos sembrar paz. La función de la iglesia, especialmente de los líderes, es precisamente fortalecer la democracia; ¿Cómo la fortalecemos? Motivando a que la población salga este 30 de noviembre masivamente a ejercer su sufragio.”
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Votar masivamente es un acto democrático. Pero empujar al pueblo desde los púlpitos a una movilización que tiene claras conexiones con el Partido Nacional y el Partido Liberal, bajo un disfraz espiritual, es una traición a la ética cristiana.
Lo que está ocurriendo es una manipulación directa al pueblo evangélico y católico, usando la Biblia, el púlpito y la fe como herramientas de control político. No se puede utilizar el nombre de Dios para beneficiar a caudillos o partidos que han estado al servicio de la corrupción.
Y como lo reafirmó también el propio Andrade, “Haríamos mal como congregación, como iglesia, levantar bandera a favor de cualquier partido político. No es esa nuestra función. La función de la iglesia es establecer el Reino de Dios. Y el Reino de Dios son almas que vengan a los pies de Cristo.”
Este país no necesita más pastores que hagan política desde el altar. Necesitamos líderes espirituales que construyan paz, que orienten a su feligresía con ética, y que entiendan que el templo es casa de oración, no una sede de campaña electoral.
El pueblo de Dios merece respeto. No se puede jugar con su conciencia ni usar su espiritualidad para sostener un bipartidismo fracasado.
¿Querés orar por Honduras?
Orá en tu iglesia, orá en comunidad, orá con fe sincera. Pero no dejes que te usen. No dejes que la fe se convierta en bandera de intereses políticos. Porque la iglesia es para servir a Dios, no para servir al Partido Nacional ni al Partido Liberal.