
El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) desmintió al candidato liberal Salvador Nasralla, quien acusó al ministro de Infraestructura y Transporte, Octavio Pineda, de adjudicar “a dedo” proyectos carreteros en El Paraíso y otras regiones del país. En un comunicado oficial, el organismo regional aclaró que las contrataciones del Programa de Carreteras Resilientes de Honduras se realizan bajo su propia Normativa de Adquisiciones, con licitaciones internacionales abiertas, procesos de “No Objeción” y supervisión externa obligatoria.
Con esta respuesta, el BCIE dejó claro que las adjudicaciones no dependen ni del ministro ni del gobierno, sino de procedimientos multilaterales que incluyen auditorías independientes. La institución también lamentó la desinformación que pone en duda la transparencia de sus operaciones.
El ministro de la SIT, Octavio Pineda, respondió de forma contundente a Nasralla desde sus redes sociales. En su cuenta de X (antes Twitter) escribió: “Miente, miente, miente Nasralla. Los proyectos con financiamiento del BCIE se aprueban en el Congreso Nacional y se ejecutan bajo normas de banca multilateral. Aquí todo se hace con licitaciones internacionales y con transparencia.”
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Las declaraciones de Nasralla se suman a la campaña de figuras del bipartidismo tradicional, como Nasry Asfura, que intentan desacreditar los préstamos y convenios internacionales. Con ello, buscan frenar el financiamiento que hoy permite avanzar en proyectos viales estratégicos como Danlí–Trojes, Ojo de Agua–Cantarranas, La Barca–El Progreso, El Progreso–Tela y Tela–La Ceiba.
Cerrar esas fuentes de inversión no perjudicaría a un gobierno, sino directamente al pueblo, productores, estudiantes, pacientes y transportistas que dependen de carreteras seguras y transitables para su vida diaria.
Mientras Nasralla acusa sin pruebas, la memoria hondureña recuerda lo que sí representó corrupción y despilfarro, proyectos como el Trans-450, que acumuló más de L445 millones en deuda y nunca entró en funcionamiento, dejando frustración y pago de intereses sin beneficio social. Ese es el verdadero rostro del bipartidismo.
La evidencia del BCIE y la SIT muestra que los proyectos actuales se adjudican con reglas claras y controles externos. Vincularlos a un “dedazo” es falso. Lo que realmente pretende el bipartidismo es bloquear la inversión internacional y detener obras que el pueblo hondureño necesita, apostando a la parálisis como estrategia electoral.