Llegaron viejos, gastados, sin brillo. Los cuatro jinetes tristes del patio: Papi a la Orden, nacionalista, Salvador Nasralla, liberal el otrora patriota Nelson Ávila del Pinu y el insípido traidor a la patria Chano Rivera de la Democracia Cristiana, cabalgando sobre un caballo muerto. Un engendro político creado a partir de la desesperación, el oportunismo y el miedo. Son las reservas oxidadas del bipartidismo decadente que hoy se agrupan en una alianza deslucida y sin alma: el autodenominado Frente de Defensa y Democracia del País.
Se presentan como salvadores, pero no engañan a nadie. Lo único que los une es el temor que les provoca una mujer firme, decidida, de mirada clara y palabra precisa: la abogada Rixi Moncada del Partido Libre. Frente a ella, murmuran, conspiran, evitan el debate abierto. No rebaten sus posturas valientes, firmes, claras en defensa del país, en cambio la atacan, la evitan. Le temen porque no les debe favores, porque no pueden manipularla, porque es firme, transparente, honesta. La temen porque representa al pueblo y no acepta medias tintas. Le temen y se juntan para enfrentarla porque no les teme, porque los ha medido y los derrotará el próximo 30 de noviembre.
UN FRENTE AL SERVICIO DE LA TRAICIÓN
Este nuevo “frente” no lucha por la democracia, lucha por restaurar un esquema desgastado. Quieren imponer las viejas recetas de fraude, como lo hicieron en 2013 y 2017, bajo la tutela de los oscuros Batson y la avenía de la Fulton. Buscan revivir un modelo fracasado donde la voluntad popular era secuestrada y los resultados electorales dictados desde dudosísimas curvas de Batson.
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Marlon Ochoa, Consejero del CNE lo tiene claro por eso denunció el prevaricato y la usurpación de funciones por parte de las consejeras Ana Paola Hall y Cosette López. Solo dos de los tres consejeros del CNE fueron convocados para tomar decisiones clave. Y deben ser tres, esa reunión es ilegal: la ley exige unanimidad, y presencia de los tres consejeros. Actuaron por su cuenta, alterando el curso legal del proceso electoral, suplantando funciones, manipulando el calendario electoral. El Ministerio Público lo sabe Marlon lo denunció.
NO MÁS INTERVENCIÓN HUMANA EN LOS RESULTADOS
No hay excusa técnica que justifique una intervención humana en la transmisión y conteo de los votos. La ley es clara. La voluntad popular debe ser respetada tal y como llega el resultado desde las Mesa Receptora de Votos. ¿Qué se busca al meter manos humanas en el sistema? Error, manipulación, manoseo del sufragio. Lo que se intenta es reactivar el mismo mecanismo de fraude que impusieron en 2013 y 2017 con ayuda extranjera.
Algunos hasta inventan fantasmas: libros sobre supuestos fraudes del Foro de São Paulo, conspiraciones absurdas. Pero lo cierto es que este intento de control responde al mismo guión: el de las élites económicas nacionales unidas a los sectores más oscuros de la derecha latinoamericana.
EL PUEBLO NO DEBE BAJAR LA GUARDIA
Frente a este panorama, el pueblo hondureño debe mantenerse alerta. No podemos permitir que un sistema tan costoso y vital para la democracia sea alterado por quienes siempre se han beneficiado del fraude. No se puede traicionar la confianza popular una vez más.
Marlon Ochoa ha insistido en deducir responsabilidad penal a quienes intervengan ilícitamente en el proceso electoral. Lo propuso con claridad, pero los defensores del fraude se negaron a discutirlo, blindando de impunidad a posibles infractores.
LA LEGITIMIDAD DEL FUTURO ESTÁ EN JUEGO
La legitimidad del próximo gobierno es fundamental. Si los sectores conservadores insisten en violentar la ley electoral, estarán tensando la cuerda hacia salidas más radicales: una Asamblea Nacional Constituyente o nuevas formas de consulta popular.
Hoy, en el Congreso Nacional, veremos si el bipartidismo es capaz de ceder ante el clamor popular o si seguirá apostando al caos. El pueblo no está dormido. Y si lo provocan, responderá.
