
A pesar de que Honduras es un Estado laico, las iglesias han jugado un papel importante en la política; se han acomodado y vendido al mejor postor.
En su desesperación por frenar el proceso democrático, el bipartidismo ha decidido recurrir a la manipulación de la fe bajo el disfraz de una “caminata cristiana”, donde líderes religiosos vinculados al Partido Nacional y al narcotraficante Juan Orlando Hernández están organizando una marcha política disfrazada para el próximo 16 de agosto.
Conscientes de su incapacidad de movilizar al pueblo desde los partidos, ahora instrumentalizan las iglesias para disfrazar su boicot electoral como un acto espiritual.
Uno de los principales rostros detrás de esta farsa es el pastor Gerardo Irías, un reconocido amigo de los cachurecos, aliado y correligionario de Tito Asfura, y heredero del legado de manipulación religiosa que alguna vez representó Roy Santos durante la narcodictadura de JOH
Irías no es un pastor que solo se dedica a predicar la santa escritura; es un político amigo y socio cachureco que recientemente, en una congregación de su iglesia, manifestó: “No hay peor cosa que darle poder a los pobres”.
Un comentario clasista y cargado de odio hacia la mayoría de los hondureños, que día a día luchan para salir adelante, esta frase no es inocente, es despectivo e intenta sembrar miedo y resentimiento contra un gobierno elegido por el pueblo.
Tanto él como sus aliados religiosos comparten un objetivo: evitar por cualquier medio el avance de un proyecto popular que amenaza los privilegios históricos del bipartidismo.
Sin embargo, varias iglesias y asociaciones cristianas han rechazado participar en esta caminata, denunciando su evidente interés político. Ellos sí entienden que la fe no se puede poner al servicio de los corruptos ni convertirse en herramienta de desestabilización nacional.
La marcha del 16 de agosto no es una expresión de fe, sino un intento desesperado del bipartidismo por socavar las elecciones del próximo 30 de noviembre.