
El Partido Liberal de Honduras vive sus horas más críticas. Internamente desgarrado por pugnas de poder, sin dirección clara y cada vez más dividido ante la inminente derrota electoral, su estructura política se descompone a pasos agigantados. Las facciones que se enfrentan por el control del Consejo Nacional Electoral (CNE) ha dejado al descubierto la crisis total del golpista Partido Liberal.
Ana Paola Hall rompió el silencio y lanzó un duro comunicado contra la maniobra de Cossette López, quien pretende que el CNE sesione únicamente con dos consejeros. Hall dejó claro que dicha propuesta es ilegal y que la Ley Electoral establece que el quorum solo es válido con los tres consejeros presentes, y que las decisiones deben tomarse por consenso. Con ello, Hall no solo expone la intención de forzar resoluciones desde una mayoría ficticia, sino que también respalda públicamente la postura del consejero de LIBRE, Marlon Ochoa, quien ha denunciado reiteradamente los intentos del bipartidismo por montar un fraude electoral desde el propio órgano electoral.
Con esta declaración, el frágil intento del Partido Nacional y del Partido Liberal de controlar al CNE sufre un fuerte desequilibrio. Se tambalean las pretensiones de manipular el proceso electoral en favor de las élites.
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En medio del caos, la desesperación llegó hasta los altares. Representantes de las iglesias católica y evangélica ofrecieron una conferencia de prensa justificando su participación en la movilización convocada para el 16 de agosto. ¿El motivo? Según ellos, “orar por la democracia”. Pero la realidad detrás de los púlpitos y sotanas es otra, un intento descarado de respaldar al bipartidismo y utilizar la fe como herramienta de manipulación social. No es casualidad que los candidatos del Partido Nacional y del Partido Liberal salieran públicamente a respaldar dicha movilización, evidenciando su verdadero propósito, legitimar el fraude.
A esto se suma el espectáculo dentro del mismo Partido Liberal. El candidato presidencial liberal ha insistido en que Ana Paola Hall debe permanecer en el CNE, mientras el presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal (CCEPL), Roberto Contreras, afirma todo lo contrario. Ambos entraron en una guerra de egos que raya en lo patético, buscando imponer su criterio no por el bien del país, sino por orgullo personal. Tal es la tensión, que Roberto Contreras amenazó con renunciar a la presidencia del CCEPL si se oficializa la continuidad de Hall como consejera. Una amenaza que no solo evidencia el quiebre interno del partido, sino su incapacidad de llegar a consensos incluso entre sus propias filas.
En este contexto de caos y descomposición, no sorprende que cada día más figuras del Partido Liberal abandonen sus estructuras para unirse al proyecto de refundación nacional que encabeza el Partido LIBRE. Desde candidatos a diputados, vicealcaldes, regidores y bases municipales, cada vez más militantes reconocen que el Partido Liberal está secuestrado por la élite económica de siempre, las 10 familias que durante décadas han hundido al país en pobreza, corrupción y desigualdad.
Un ejemplo reciente lo encarna Kenneth Melhado, candidato a vicealcalde del Partido Liberal en el Distrito Central. Rodríguez ha anunciado su incorporación en apoyo a la candidatura del actual alcalde y aspirante por el Partido LIBRE, Jorge Aldana, reconociendo públicamente que es ahí donde se defiende verdaderamente el bienestar de la gente y no los intereses de una cúpula decadente.
El Partido Liberal se ha convertido en un cadáver político, sostenido por la vanidad de sus dirigentes y el oportunismo de figuras como Salvador Nasralla, que aún se autoproclaman salvadores con cifras inventadas.
El colapso liberal no solo es interno, también es electoral. Las encuestas marcan una caída libre de su candidato presidencial, mientras LIBRE, con Rixi Moncada a la cabeza, gana terreno entre los sectores populares, jóvenes, mujeres organizadas y movimientos territoriales.
El Partido Liberal se descuartiza frente a nuestros ojos. El pueblo lo abandona. Su dirigencia se despedaza. Y la historia ya escribió su veredicto, la refundación es inevitable.