
La abogada Rixi Moncada, candidata a la presidencia de Honduras por el partido Libre, ha demostrado una vez más su compromiso inquebrantable con la transparencia y la lucha anticorrupción. Su decisión de no asistir al evento organizado por el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) junto a los otros candidatos presidenciales no es solo un acto de coherencia, sino un gesto de dignidad y respeto hacia el pueblo hondureño.
En un contexto político marcado por décadas de corrupción y saqueo, Rixi Moncada ha dejado claro que no está dispuesta a legitimar un sistema que ha protegido a los responsables de la pobreza heredada en Honduras, que en su momento superó el 74 %, pero que los esfuerzos de la actual administración de Xiomara Castro han reducido en más de 10 puntos. Su declaración es contundente: “Mi hoja de vida es limpia, no me prestaré al show del CNA. No voy a legitimar con mi firma a Asfura Zablah y Nasralla Salum, voceros de la élite de poder y del corrupto bipartidismo que durante más de 130 años saqueó y mató al pueblo”.
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Esta postura no es un acto de evasión, sino una denuncia frontal a un sistema que ha fallado en proteger los intereses de la mayoría. El CNA, lejos de ser una entidad neutral, ha perdido credibilidad al convertirse en una plataforma política al servicio del bipartidismo y de figuras como Gabriela Castellanos, vinculada a la protección del expresidente condenado Juan Orlando Hernández. Rixi Moncada no está dispuesta a ser cómplice de un teatro que busca maquillar la impunidad con falsos pactos de transparencia.
Su ausencia en este evento es un acto de justicia y honor. Es un mensaje claro de que la verdadera lucha contra la corrupción no se firma con los culpables, sino que se construye desde las calles, con el pueblo que ha resistido décadas de abusos. Rixi Moncada representa esa resistencia y esa esperanza de cambio. Su trayectoria como abogada y su compromiso con los más vulnerables son su carta de presentación, no los pactos con quienes han destruido el país.
La decisión de Rixi Moncada también evidencia una ética política que contrasta con el cinismo de quienes han gobernado Honduras. Sentarse a debatir con quienes carecen de integridad no solo sería un acto de legitimación, sino un riesgo de manipulación y normalización de la corrupción. Rixi Moncada no debate con el bipartidismo porque el debate exige ética, y ellos solo tienen cinismo e intereses.
En un momento histórico en el que Honduras necesita líderes honestos y comprometidos, la abogada Rixi Moncada se erige como una voz firme y coherente. Su decisión de no participar en el evento del CNA es un acto de respeto a la lucha del pueblo hondureño y una apuesta por un futuro libre de corrupción. El 30 de noviembre será el pueblo quien le brinde la victoria, porque en ella ven reflejada su propia resistencia y dignidad.
Rixi Moncada no necesita firmar pactos con los mismos de siempre. Su compromiso es con el pueblo, y esa es la única firma que importa.